¿Por qué regalar un libro?

No hay ninguna buena razón para regalar libros, tampoco hay malas. Si me preguntan por qué regalo libros nunca recurro a alguna de esas obviedades del tipo “doy conocimiento”, “forjo el futuro de nuestro país”, “ayudo en la formación de personas pensantes”. No, la razón más sencilla y honesta para regalar un libro siempre es volitiva: me dieron ganas y ya.

Siempre hay dos clases de regaladores: quienes regalan lo que ya conocen y saben que les gusta, y quienes regalan lo que la otra persona quiere. ¿Quién tiene razón? Ambos. Siempre depende del gusto de la otra persona el que un regalo sea realmente significativo o no. Ahora, surge una pregunta que siempre nos hacemos cuando ya hemos decidido regalar un libro, ¿cuál regalo?

No quiero satanizar ninguna conducta, pero, igual que con cualquier regalo, lo más caro o lo más novedoso no siempre es el regalo ideal. Los libros en vitrina generalmente no son los libros que alguien quiere. Todos tenemos “gustitos” secretos, esas cosas que nunca le decimos a nadie que nos gustan porque creemos que nos van a tomar por enfermos mentales, inmorales, degenerados, aburridos, (añada aquí el adjetivo que usted quiera).

Lo primero que debemos saber es cuál es ese gusto secreto, a veces, pongamos un ejemplo, la ropa nos indica estas cuestiones aunque no es un método 100% confiable. Quizás una persona que siempre prefiere ir vestida de negro es fan de libros policiales, de horror, de vampiros o de zombies. Otro criterio es la moda: si quieres regalar un libro a alguien que sólo lee porque le gusta presumir que lee, cualquiera de los libros anteriores es un excelente regalo porque están de moda.

Un error común es asumir que los clásicos son “neutrales” en cuanto a que nunca se meten a tratar problemáticas sociales, religiosas, políticas, etc. Crimen y castigo de Dostoievski es el relato de un martirio moral que además se extiende al lector no sólo por los sufrimientos y cuestionamientos del personaje, sino por sus cientos de páginas que parecen no tener fin. Quizás el caso más paradigmático de un libro clásico ultra escandaloso sea la Comedia de Dante, especialmente el “Infierno”. Dante es un crítico implacable de su tiempo, al grado de “condenar” al infierno a pontífices, obispos y reyes, entre otros. Sea como sea, para quien prefiere la lectura de largo aliento, los clásicos son buenos cumpliendo este parámetro.

Una vez que sabemos cuál es ese gusto oculto, la manera más sencilla de saber cuál libro trata sobre eso es preguntar. En la mayoría de librerías, quienes atienden a los clientes saben bastante de lo que conservan en sus anaqueles, es sólo cuestión de pedirles ayuda e indicarles el tema. De hecho, pero esto no lo vaya usted a divulgar, esas preguntas les alegran la tarde, así que hay ahí otra razón para llegar a preguntarles.

La última recomendación: cuando ya sabemos qué libro es el indicado para regalar siempre es bueno darse una vuelta por las librerías de viejo. Libros usados, sí; libros viejos, a veces; libros feos, nunca. Lo que buscamos cuando vamos a una librería de viejo es el precio. Para quienes tienen los bolsillos apretados, esta es una excelente opción.

Para quienes prefieren la lectura corta, los cuentos o las minificciones son lo que quieren; para los intelectuales de clóset, siempre puede recurrirse a libros de historia, poesía, filosofía; para los tímidos, no hay mejor remedio que un libro atrevido; para quienes no salen mucho de vacaciones, libros de aventuras; para los amorosos, novelas de amor (aquí me permito recomendar Noches blancas de Dostoievski). Para todos hay un libro adecuado, la verdadera pregunta no es la que da título a este texto, sino, ¿por qué usted todavía no regala un libro?

Publicado originalmente en Contacto, Guadalajara, diciembre, 2010.

Imagen Vía Gentedellibro

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