Nosotros y el arte

Con gusto regreso a la República (una especie de Ítaca que nunca estuve buscando) y agradezco a Publius N. Nasonis la invitación. Quiero recordar una lectura que hice hace un par de semanas en El País: un artículo de Antonio Muñoz Molina sobre las Inmensas minorías.
La primera frase, como buen narrador, es contundente y especialmente singular para los fines de estas notas:
"El público es el espejo en el que se mira la obra de arte: sabemos más sobre ella observando a las personas que se detienen a mirarla, las que abren un cierto libro o escuchan una música o caminan intrigadas y atentas en torno a una escultura".
Curiosamente, leí esta frase unos días antes de asistir a una exposición de pintura y "escultura" realizadas por mujeres indígenas (el entrecomillado no es despectivo, simplemente ignoro si las artistas lo llaman así). Mientras paseaba por una sala del Ex-convento del Carmen no pude evitar sentirme parte de un ritual: una especie de rito oscuro y oculto que una "minoría" tapatía comparte.
Yo giraba en torno de diosas, heroínas y vientres y no podía evitar sentirme en una especie de espectáculo donde unas cien personas convergíamos y divergíamos a la vez. Éramos un todo en intención y partes, fragmentos, retazos de los cuadros y fotografías que veíamos. Mientras contemplaba la fotografía de una mujer desnuda sobre la grama, podía darme cuenta de la belleza de la imagen no sólo en esas cuatro "paredes" que la enclaustraban, sino también en la mirada y reacciones de cada uno de mis confidentes. Asistíamos al espectáculo de las artes y al espectáculo del hombre ante y reflejado en ellas.
Muñoz Molina vincula la experiencia "estética" (no me gusta el término) en la obra y en el espectador, como quien observa en su mujer el amor que le profesa y que sólo nosotros, externos a ella, podemos notar (esto me sonó muy bajtiniano y/o marcoaureliano después de escrito). Dice Muñoz Molina en Beltenebros:
"Fui otro, un catálogo de desconocidos cuyas fotografías había ido quemando o perdiendo como se deshace un asesino de su pasado culpable, como un traidor abjura de su lealtad y su memoria"
Somos otros, en todo momento; el "yo" es la ilusión que vemos en el "tú", cada vez que caminamos por las galerías o por los Campos de Castilla, la Mancha, Úbeda o Macondo contemplamos no sólo a un personaje en busca de ser definido o conocido, sino a un personaje familiar, miembro activo de la inmensa minoría de los mitófagos, desconocido hasta ese momento para nosotros, y que da la vuelta a cada página del libro para seguir con su historia.

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    # by Kadosh - 6 de abril de 2008, 4:51 a.m.

    Horas antes me comentaste de haber escrito algo en el blog,realmente me dio gusto que aceptaras la invitación; de alguna manera te siento más suelto (aunque ya sabes, el discurso que empleas no es precisamente al que estoy acostumbrado de viva voz, y el de este texto aunque más eufemístico, me gusta más).
    Días antes una profesora comentaba la anecdota sobre un cuadro en Holanda, en el que una mujer que lo contemplaba decía "Yo no veo nada de luz ahi" a lo que la guía del museo le contestó "La luz está en quien mira la obra..." o más a lo Beatle: "And in the end, the love you take is equal to the love you make" No se si sea el caso pero creo que Bajtín acaricia el asunto.
    Hace un par de meses eras menos preciso,parecerá adulación, no lo es, me gustó mucho lo que has escrito. Si quieres te pongo monitos y garabatos, más tres estrellitas *** Aunque creo que bien te caerá el libro de Telmex de Sabines de hoy en la tarde.

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